domingo, 1 de agosto de 2010

Año II. Etapa 3 (Por Alberto Pino)

 Etapa 3ª Logroño-Belorado

Amaneció otro día caluroso como los que no esperábamos antes de venir, cuando guardábamos nuestros abrigos y pantalones largos en las maletas pensando en el frío que podría hacer. Equivocación, aunque a las 9 aún era soportable gracias a la fresca mañanera, más tarde comprobaríamos que íbamos a sudar mucho. Hoy decidimos todos ser un poco solidarios con Andrés y Segura y les acompañamos por la carretera durante todo el camino (bueno y otra razón es que el verdadero camino estaría seguramente hecho una porquería como los dos días anteriores, aunque la razón principal no duden que fue querer acompañar a nuestros dos amigos). Sin problemas por la carretera, aparte de la necesidad eventual de preguntar el camino, llegamos a Navarrete, donde el grupo quedó dividido tras la decisión de los Romero (padre e hijo) de ir por el verdadero camino, ellos son personas que se manejan mejor por campo y nosotros preferimos la carretera,que así llegamos a una hora más decente para comer y no baldados y como recién llegados del frente, tal y como aparentábamos el primer día. Desde Navarrete continuamos nuestro camino hasta Nájera, donde el equipo de apoyo formado por las mujeres y Pedro nos esperaban con un banquete digno de reyes, bocadillos del jamón de Pedro de Jorge, queso y vino. Aquí se nos presentó un peregrino llegado de tierras catalanas con cierta limitación para hablar nuestro castellano, aunque eso no impidió que compartiera con nosotros el aperitivo que agradeció antes de proseguir en su peregrinación. Una vez comidos, bebidos y más relajados entramos en el monasterio de Santa María la Real, precioso lugar del que todos disfrutamos y que quedó retratado por nuestras cámaras. Momento de continuar la marcha, y al volver a pedalear todos notamos lo que cuesta recuperar el ritmo tras una parada, ¡duelen las piernas en las cuestas!. Nos tocaba una “ligera pendiente” en la que nos distanciamos un poco, ya que eran varios kilómetros de subida en los que los más fuertes parecían inalcanzables mientras un servidor daba pedales como si la vida me fuera en ello para no pasar de 10 km/h hasta llegar a la cima con el sudor cayendo a chorros bajo el casco. La salida de Nájera tampoco fue fácil para el equipo de apoyo, que guiados por Pedro Pino tuvieron ciertas dificultades para encontrar el camino, aquello les pareció salir de Nueva York, toda una odisea. El sol castigaba durante el camino, se hacía cada vez más duro y lo que parecían a priori veintitantos kilómetros sencillos hasta la siguiente parada, Santo Domingo de la Calzada, se hizo bastante duro. Allí se frustró nuestro deseo de ver la gallina que tanta ilusión parecía hacerle a Segura, y fue realmente mala suerte la nuestra de tener que llegar en día de una boda en aquella iglesia, por la que no nos dejaron entrar. Tras descartar la idea de colarnos en la boda intentando pasar desapercibidos (el uniforme amarillo seguramente habría llamado la atención entre los presentes) llega el momento de volver al curro. Otra vez duelen las piernas, otra vez las dichosas cuestas, ya lo dijo Pedro de Jorge, en estos lares para hacer los caminos soltaban a un burro cargado con un saco de sal con un agujero, y por donde marcaba el burro se hacía el camino, que debía ser el lugar con menos pendiente. ¿y si no tenían burro?, entonces soltaban al ingeniero. Tampoco sabemos nada de los Romero, sin están más cerca, más lejos que nosotros o si se habrán ido con alguna peregrinas que hayan encontrado por el camino. Con cada cuesta las fuerzas se mermaban, todos notábamos las piernas agarrotadas y en las peores, al llegar al último repecho ya le decía yo a Pedro: ¡aquí soltaron al ingeniero!. Pero dieron de sí nuestras fuerzas gracias al jamón, digo yo, y llegamos a un pequeño pueblo cuyo nombre no recuerdo, 15 kilómetros antes del destino final y paramos junto a una fuente (de agua, no de vino como las visitadas el día anterior) a refrescarnos y recuperarnos para el último tramo. Aquí Yiyo se acostó en un banco a la sombra y sospecho que se quedó dormido durante los momentos que los demás bebíamos y comíamos un poco. Cotizadas están las zonas de sombra estos días que suspirábamos por acomodarnos bajo un árbol y guardarnos de la que estaba cayendo. Momento de volver a salir, ya parece que es todo llano, mentira que era todo en “ligera pendiente”, subiendo piñones y a aguantar el tirón que ya estamos casi allí. Pedro y yo nos adelantamos un poco a los demás durante los siguientes kilómetros, hasta que veo lo que parece un ciclista dándome una pasada a toda velocidad hasta que me doy cuenta de que es Yiyo como una exhalación, que casi me quita las pegatinas de la bicicleta al pasar. Nos ponemos los tres al mismo ritmo y continuamos los pocos kilómetros que faltaban hasta llegar a Belorado, donde nuestro equipo de apoyo ya nos espera a la puerta del hotel, aunque han tenido que ir a recoger a Andrés que ha llegado los últimos 4 kilómetros en coche, no importa, mañana con la fuerza de voluntad que le caracteriza nadie duda de que podrá conseguirlo. Mientras Segura y Juanjo también arriban en el hotel, y poco después, mientras estábamos comiendo, los Romero. Así acaba la tercera etapa de esta expedición, y yo me voy a vestir para ir a comer que ya hace hambre. Un abrazo y espero que hayan disfrutado de esta pequeña crónica.

Alberto Pino Serradilla.
 Salida Hotel Jakue

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